Aviso:
“QUIENES ESTAMOS CONSCIENTES DE LA GRAN OBRA DEL GOBIERNO MILITAR,
ANULAREMOS NUESTROS VOTOS EN LAS FUTURAS ELECCIONES (DE CONCEJALES),
EN DEMANDA DE LA LIBERTAD DE LOS SALVADORES DE CHILE ENCARCELADOS,
Y POR EL FIN DEL PREVARICADOR ACOSO JUDICIAL EXISTENTE EN CONTRA DE ELLOS”

OBAMA



En la utopía que parece dominar el pensamiento de Barack Hussein Obama, la idea de que no existe ningún “excepcionalismo de los Estados Unidos” está entre los conceptos fundamentales que la cimientan. Para Obama, unos Estados Unidos que sobresalgan por encima de los demás países es algo que resulta arrogante. Para nuestros enemigos, unos Estados Unidos que reniegan de su historia de modelo de libertades y de la democracia y que se sienten avergonzados de ella parecen débiles.

Aunque ya tiene 48 años, Obama parece vivir todavía en la utopía en que habitó en sus años oscuros como estudiante de la Universidad de
Columbia en Nueva York, en la que era un militante pacifista que consideraba que los Estados Unidos eran los responsables de los peligros de una conflagración nuclear y no el bastión, la primera línea de defensa, del mundo libre contra el totalitarismo soviético. Su insistencia en mantenerse viviendo en ese mundo irreal estaría bien si no fuera el Presidente de los Estados Unidos, pero como lo es, su estúpida actitud en política interna y, por ende, su tan irreal política exterior y de seguridad nacional afecta peligrosamente a todos los que vivimos en este país.

Sólo han bastado 8 meses de su presidencia, para que nuestras más aterradoras predicciones durante la campaña se vayan poco a poco cumpliendo. Como dijimos durante la campaña y posteriormente, Obama no es el líder fuerte que necesita la Presidencia de los Estados Unidos. Su política insensata de ser el policía bueno; de entregarle la mayoría de su agenda doméstica a
Nancy Pelosi ha hecho que sus cifras en las encuestas alcancen los niveles más bajos (el 50 % desaprueba su gestión y el 49% la aprueba, con sólo un 29% de estos últimos que la aprueban decididamente).

Veamos, por ejemplo, el último informe sobre el desempleo que llega casi al 10% de la población, pero la cifra real, no oficial, va mucho más allá de ese 10%, se sitúa en el 17%. Ello se debe a que muchos norteamericanos han simplemente dejado de buscar trabajo o ya han terminado sus beneficios de desempleo y no se cuentan en las estadísticas.

Obama, cree que su utopía de “repartir la riqueza” y de aumentar el gasto del gobierno es la solución mágica, desechando la estrategia probada durante años: Para hacer crecer la economía y que se creen empleos hay que reducir los impuestos y ofrecer incentivos en los mismos a los pequeños negocios que son quienes emplean a la gran mayoría de los
trabajadores norteamericanos, pero como resultado de esta política estatista de la administración, cada vez un número mayor de ellos quiebran y salen del sistema económico, cuando lo único sensato en medio de una Recesión es dejar que la libre empresa haga su magia una vez más. Sin embargo, el Presidente parece creer que si simplemente cuenta con el Czar apropiado podrá controlar la pérdida de empleos. En su utopía mental, cree que empleo y cantidad de trabajos disponibles son una constante fija y “finita” y que “salvar empleos” es mejor o igual que “crearlos”.
Lamentablemente su terquedad y arrogancia no lo dejan admitir que nos encontramos en una peligrosa encrucijada, lo cual hace que cada día que pasa los votantes independientes, decisivos en su elección, se convenzan cada vez más de que su voto fue un error y que Barack Hussein Obama no es el líder que nuestro país y el mundo libre necesitan.

En lugar de influir en la gente con políticas
verdaderamente en el espíritu que ha hecho grande a esta nación, Obama está convencido de que con fotografías publicitarias sonrientes, con la retórica y su “encanto personal” lo conseguirá todo. Y, por el contrario, cada vez se demuestra más que esta política de líder populista del tercer mundo no funciona. Obama habla sin parar de su Plan de Salud y mientras más habla de él, las encuestas muestran que el apoyo es cada vez menor. Voló a Dinamarca para cabildear por Chicago como sede de las Olimpiadas de 2016 y le dieron un portazo en la cara. El brillo, el encanto personal, la oratoria y la gran prensa como maquinaria propagandística a su favor pueden haberle ganado la elección como Presidente, pero está más claro que el agua que ello no es suficiente para dirigir esta gran nación.

El Presidente Obama cada vez parece más convencido de que lo excepcional no son los Estados Unidos y su tradición democrática y de fuerte liderazgo mundial, sino que él es “Lo excepcional” y cada día que pasa da más la impresión de que en su arrogancia nos mira desde su pedestal pensando… 
que subdesarrollados son que no son capaces de comprender la genialidad de mi mensaje político y de mis métodos. Parecería que con el transcurso del tiempo se desconecta más de la realidad que lo rodea.

Como siempre ha sucedido con los grandes populistas y dictadores, el
convencimiento de su propia grandeza y cuasi infalibilidad conforman su visión del mundo y tiene un impacto funesto y desastroso sobre la vida de los norteamericanos y los peligros que amenazan al mundo libre. Ya no hay guerra fría, ya no hay Unión Soviética; es verdad. Un líder norteamericano con una personalidad y una visión totalmente opuesta a la de Obama, hizo que el Muro de Berlín cayera. Pero hoy hay algo tan malo o quizás peor, hay Jihad, hay Irán, hay Rusia con pretensiones imperiales, hay China tratando de relegarnos al tercer mundo con su poder sobre nuestra economía y hay Socialismo del Siglo XXI, al Sur del Río Bravo.

En
Afganistán, en lugar de actuar como Comandante en Jefe, Obama no acaba de tomar una decisión sobre el curso a seguir y sólo atina a reunir a su enorme Mesa de Periclessupuestamente trazó una estrategia y nombró a un General para dirigirla. Ahora, cuando ese general le dice que la única forma de no perder la guerra es el envío de un refuerzo (Surge) como en Irak, el Presidente se debate en consideraciones políticas y no mira exclusivamente a lo que el Comandante en Jefe debe mirar: nuestra Seguridad Nacional.

Y ello nos lleva a Irán. Obama dio a los 
Mullahs una severa advertencia acerca de sus ambiciones nucleares y todo parece indicar que de ahí no pasará, pero quién podría hacer caso de una severa advertencia de un presidente que piensa que nuestra nación no es superior a las demás y que, además, conociendo que Irán había construido ilegalmente una nueva planta de enriquecimiento de uranio, fue a la ONU y pronunció un discurso en el que no hizo mención al asunto y dejó libre el camino para que Ahmadineyad destilara su odio desde el podio. Pero hay algo peor, presidió una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que habló del desarme atómico mundial y de paso tiró a Israel bajo las ruedas del tren. ¿De la planta ilegal iraní? Ni una palabra.

Obama debe sentir ya cierta preocupación cuando algunos de sus más fieros partidarios durante la campaña se sientan tan desilusionados como el escritor 
Gore Vidal, quien dijo en una entrevista para The Independent, que Barack Hussein Obama “es incompetente y le derrotarán en la reelección”, en la misma entrevista dijo también que el experimento ha sido “un fracaso” y que pronto los Estados Unidos quedarán relegados a “algún lugar entre Brasil y Argentina, al puesto que le corresponde” y vaticinó también que la “guerra por necesidad” como llamó Obama a la de Afganistán será lo que “termine con el imperio estadounidense”.

No en balde ya hay muchos que le dicen la “Guerra de Caosistán”.
Diego Rodríguez-Arche
Nueva York, 7 de octubre de 2009

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