Aviso:
“QUIENES ESTAMOS CONSCIENTES DE LA GRAN OBRA DEL GOBIERNO MILITAR,
ANULAREMOS NUESTROS VOTOS EN LAS FUTURAS ELECCIONES (DE CONCEJALES),
EN DEMANDA DE LA LIBERTAD DE LOS SALVADORES DE CHILE ENCARCELADOS,
Y POR EL FIN DEL PREVARICADOR ACOSO JUDICIAL EXISTENTE EN CONTRA DE ELLOS”

miércoles, 28 de abril de 2010

Obama (II)


El 7 de octubre, hace hoy casi exactamente 6 meses, publiqué enNobama la primera parte de este artículo. Hoy debo confesar que cometí un error de cálculo al decidir que era el momento de publicarlo, no porque lo que en el dijera entonces, lamentablemente, no fuera exactamente lo que sucedía, ni tampoco porque lo que en el mismo avizorara estuviera asimismo equivocado. Simplemente que los pasos dados por Barack Hussein Obama entonces, me hicieron pensar que en sólo unos días publicaría la II parte del artículo, analizando la decisión del Gran Timonel de congelar la producción y el desarrollo de armas nucleares, un viejo sueño de su oscura época de estudiante en la Universidad de Columbia, de la que sólo queda como constancia, un artículo que escribió entonces y que tituló Breaking The War Mentality (Cómo acabar con la mentalidad de guerra) y que me atrevo a asegurar que es el antecedente directo y la fundamentación ideológica del anuncio hecho por Obama ayer a través del New York Times y que hoy materializará oficialmente desde la Oficina Oval.

En aquellos años, los activistas antinucleares en los Estados Unidos compartían las preocupaciones europeas acerca de el despliegue de armas nucleares en Europa y otra de sus preocupaciones fundamentales eran los silos con misiles nucleares en los EE.UU., que era una importante pieza en la urgencia del congelamiento nuclear planteada por el movimiento pacifista. El momento de mayor auge de este movimiento fue entre los años 1982 a 1987, coincidiendo con los años de la Presidencia de
Ronald Reagan y con una de las etapas de renovadas tensiones entre los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, durante esta etapa se produjo un nuevo énfasis en la producción y el despliegue de armas nucleares; lo que desató una gran actividad en la extrema izquierda norteamericana que dominaba los movimientos pacifistas de la época, entre ellos Arms Race Alternatives (ARA) y Students Against Militarism (SAM) que tuvieron una influencia determinante en la formación ideológica radical marxista de Barack Hussein Obama. En esta ya mencionada pieza publicada por Obama en marzo de 1983, el futuro Gran Timonel decía refiriéndose a las actividades de movilización en la Universidad de Columbia: “Dos grupos en el campus, Arms Race Alternatives (ARA) y Students Against Militarism (SAM), trabajan dentro de estos límites mentales (se refiere al desconocimiento directo de la guerra por parte de los estudiantes) para fomentar la concienciación y medidas prácticas necesarias para luchar contra la creciente amenaza de la guerra. Aunque el énfasis de los dos grupos es diferente, ambos comparten su aversión por la actual política gubernamental”. También en aquella pieza rescatada agregaba el Tartufo: “Las evasivas de la administración Reagan en las conversaciones de Ginebra sobre armas nucleares han creado una grave tensión que puede finalmente conducir a un peligroso cisma entre los Estados Unidos y Europa Occidental. Al colocarse en una posición intransigente, Reagan le hace el juego a los rusos y se pone directamente en sus manos”.

La coincidencia ideológica que mostraba el entonces estudiante al que llamaban Barry con estos movimientos que demostraron ser los más equivocados de la Guerra Fría, no difiere ni un ápice de la que muestra el hoy Presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, al implantar lo que pomposamente ha llamado
Nuclear Posture Review (Revisión de la Posición Nuclear) y que no es otra cosa que la reactivación de lo que entonces se llamóNuclear Freeze (Congelamiento Nuclear) de forma unilateral a lo que le agrega una peligrosa componente, también unilateral, que representa un giro de 180 grados en la estrategia nuclear de los Estados Unidos desde la Presidencia de Truman, hasta el día de hoy, en que este Comandante en Jefe de Opereta se compromete explícitamente a que los Estados Unidos no utilizarán el arma nuclear contra los estados no nucleares que cumplan con el Tratado de No Proliferación Nuclear aún cuando alguno de estos estados atacara a los Estados Unidos con armas biológicas o químicas o lanzaran un ataque cibernético que paralizara toda nuestra vida económica y lo que es peor, la posibilidad de una respuesta inmediata a cualquier ataque.

La historia, hasta hoy, demostró que de haber tenido éxito entonces aquél movimiento radical, el curso de la Guerra Fría habría tenido un desenlace totalmente diferente y que el holocausto nuclear en nuestra nación difícilmente podría haberse evitado. Sólo la estrategia seguida por el entonces Presidente Reagan de mantener, reforzar y desarrollar cada vez más nuestra capacidad nuclear y de instalar los cohetes Pershing en Europa, resultaron un elemento clave en la terminación de la Guerra Fría y la derrota del totalitarismo soviético sin necesidad de disparar ni un tiro y demostró que el concepto de
Nuclear Freeze era totalmente erróneo entonces, tanto como lo es hoy.

Y cayó el Muro de Berlín y la izquierda mundial se quedó sin paraíso soñado para el futuro. No sólo eso: su fracaso fue tan grande que se quedó sin idea alguna sobre el régimen que debían construir, porque allí donde mandaban (China, Cuba, Corea del Norte) la miseria y despotismo se acumulaban en progresión geométrica. Así que, sin utopía futura alguna, aquella izquierda pacifista de la que Barry Obama, antes Soetoro y después Barack Hussein Obama era uno de sus más fieles defensores, se volcó en la otra cosa que sabían hacer bien: destruir el sistema político y social existente. Y la mejor forma de hacerlo, tras el fracaso de la revolución y la lucha de clases, era atacar culturalmente el fundamento moral y político de las instituciones económicas, políticas y militares de occidente desde adentro. Surgieron así estas nuevas formas para viejas obsesiones en las que la izquierda se dispuso a
Tomar El Cielo por Asalto, destruyendo desde adentro las mismas instituciones democráticas que les permitieron llegar al poder. Quizás ahora muchos puedan entender por qué Barack Hussein Obama, se negó a asistir a la conmemoración del aniversario de la caída del Muro de Berlín, o cuál fue la razón por la que entrando en la Oficina Oval ordenó devolver el Busto de Sir Winston Churchill que simbolizaba nuestra alianza y relación especial con la Gran Bretaña. O por qué el Gran Timonel está determinado a propiciar un Cambio de Gobierno en Jerusalén y no en Teherán.

En la utopía que domina ideológicamente en el Régimen Obámico, la idea de que no existe ningún “excepcionalismo de los Estados Unidos” está entre los conceptos fundamentales que la cimentan. Para Barack Hussein Obama, resulta decisivo que desaparezcan aquellos Estados Unidos que sobresalían por encima de los demás países y eran el punto de referencia de todos los hombres que buscaban libertad o que ya eran libres en el mundo. Para nuestros enemigos, unos Estados Unidos que reniegan de su historia de modelo de libertades y de la democracia, y que se sienten avergonzados de ella, ya les parecían débiles. Pero no era suficiente, había que sacarle sus colmillos como a un viejo León de Feria. Por eso el próximo paso será, la reducción al mínimo de nuestras Fuerzas Armadas y con ello la capacidad de llevar la guerra allí donde estén nuestros enemigos.

Enemigos de todo el mundo, este es mi mensaje, parece decirles Obama... La temporada de caza está abierta...
Chávez, Castros, Evos y demás tiranos y tiranuelos, ya saben... sólo tienen que firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear y pueden gasearnos en Miami, Nueva York o Bogotá, dónde mejor les parezca, por fin nos hemos deshecho de la sombrilla nuclear que disuadía a todos nuestros enemigos y comienza, por fin, la era milenaria del Hope & Change.

Diego Rodriguez-Arche
Nueva York, 6 de abril de 2010

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